Nos preguntan, ¿y vosotros en La Fàbrica de Fil, qué color político tenéis en estas elecciones? Muy fácil. El rojazul anaranjado. Ese es nuestro color político de temporada. Al menos en este viaje. Porque nuestras campañas de comunicación servirán a partidos que se presentan en el espectro político bajo la tonalidad de la izquierda o centro izquierda, nacionalistas y centroderecha. En diferentes poblaciones. De comarcas diversas.

¿Es eso compatible?

Absolutamente. Nuestro trabajo es técnico. Como consultora de comunicación nuestra empresa realiza una labor de análisis y diagnóstico de la realidad y el contexto en el que una marca política concurre a unas elecciones municipales, porque esa es nuestra especialidad, el ámbito local. Posteriormente planteamos una estrategia, lanzamos una propuesta creativa y todo eso lo adobamos con un presupuesto. Si ambas partes nos ponemos de acuerdo y nos encargan la dirección de obra, pues vamos adelante. Y salimos a ganar en todos los casos. Nos convertimos en animadores incondicionales de nuestros alcaldables porque, por encima de todo, suele ser gente que nos cae bien, con la que llegamos a vincularnos y entablar amistad. Y, claro, para los amigos siempre se desea lo mejor. Aquí lo humano prevalece sobre lo partidista o lo ideológico. Que ganen las elecciones es el objetivo en todos los casos.

Pongo un ejemplo: uno de los partidos a los que hemos trazado la campaña de comunicación propone la reparación y reforma de una plaza céntrica en su municipio. ¿Alguien puede adivinar si esta política es azul, roja o anaranjada? Pues eso. Es política de pueblo, de comunidad, de servicio a los vecinos. Y nuestro trabajo es crear empatía hacia ese candidato. Para que gane. Para que arregle la plaza del pueblo.